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MITÚ

DICIEMBRE 2024 

Los días de residencia de alfarería en Mitú transcurrieron suaves y tranquilos en medio de la vasta selva amazónica. Llegamos a la capital del Vaupés a compartir con la familia de Rodrigo López y Lucía Chequemarca en su casa y taller. Esta familia de artesanos de la madera, la cestería y la alfarería, han estado recuperando la tradición de la cerámica indigena de su pueblo Cubeo, durante varios años. 

 

Junto a ellos, habitamos las tierras y aguas del barro azul, ese que vive sumergido en las profundidades del río Cuduyarí y que solo se logra extraer de sus orillas, cuando el río baja. Ese barro que se dice que es desecho de anaconda, la misma de donde todos venimos. Del barro venimos y al barro siempre volvemos.

Conocimos algunos lugares naturales de la zona como el Cerro Uribia y la playa del Amor. Visitamos Puerto Golondrinas, otra comunidad alfarera cercana, en donde niños y mujeres comparten también su amor por el barro. Aprendimos sobre la cosmogonía, creencias y simbologías de la cerámica Cubeo y sus técnicas de construcción. Conocimos distintos engobes de colores que sacan de la tierra y aprendimos sobre uno verde muy especial que hacen con la hoja del chontaduro, que a pesar de ser de origen vegetal, su color resiste las altas temperaturas del fuego y no desaparece.  Apreciamos la dedicación y el cuidado con el que Lucía construye sus piezas, con una técnica y experticia sencilla y a la vez muy compleja. Conocimos sus técnicas de ahumado con la hoja de la palma del chontaduro y el proceso que hacen para lograrlo.

Hace muchos años, alguien le había regalado un torno eléctrico a Rodrigo, pero nadie le había dado indicaciones de cómo usarlo, llevaba años sin ser usado. Finalmente, los compañeros de residencia Jose Luis Rodriguez y Felipe Betancour, ceramistas apasionados, le dieron una clase dedicada y cuidadosa a Rodrigo y Juancho su hijo, esperando que puedan optimizar algunos de sus procesos y por fin usar esta máquina que llevaba tantos años abandonada. 

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Vivimos de cerca la maestría con la que Rodrigo cuida el fuego, su capacidad de resistencia al calor, su constancia, dedicación y gran sabiduría manejando su viejo horno de leña. Para darle más seguridad a Rodrigo y menos exposición al calor, construimos un nuevo horno honrando su tradicional manera de quemar. Utilizamos los ladrillos reciclados de uno antiguo que anteriormente tenían en su taller y que no les servía. Lo rehicimos, lo resignificamos y le dimos vida a un nuevo cuerpo de calor, que esperamos les acompañe en su oficio de una manera más sencilla y efectiva, que optimice el uso de la leña y les dé mayor capacidad y espacio para sus piezas. Una ofrenda de agradecimiento por su generosidad y cuidado durante estos días. La reciprocidad siempre dirige el camino del intercambio de conocimiento.

Primero nivelamos el piso donde se levantaría la estructura, en el mismo lugar donde yacía el antiguo horno. Decidimos mantener la misma forma del horno de Rodrigo, que es  cilíndrico de tiro directo. Para la mezcla de adobe, esta vez no utilizamos boñiga o estiércol pues en la zona no hay tanto ganado, en su reemplazo utilizamos melaza que se consigue fácilmente. El primer día pusimos los primeros niveles de ladrillos, dejando levantada la estructura de la cámara de fuego. Para la parrilla, usamos unas varillas gruesas de hierro que Rodrigo y Lucía tenían en su taller, y con el excedente que sobresalía por fuera del horno, armamos unas escaleras que les ayudarán a cargar más fácilmente, las piezas en el interior del horno. Al siguiente día, continuamos subiendo la estructura hasta lograr la altura deseada. Por último, entre todos, cubrimos el cuerpo del horno con la misma mezcla de adobe que usamos para pegar los ladrillos. Durante los siguientes días, cubrimos varias veces la superficie del horno, dándole una buena capa de impermeabilización y sellado.

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Esta experiencia que sucedió junto a grandes ceramistas que admiro, me confirmó la importancia de compartir saberes, de entregar para poder recibir, de la belleza de la aventura y la exploración de nuevos caminos y territorios. Espero poder volver a visitar este territorio selvático y abundante, y que los hilos de este encuentro se sigan tejiendo.

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